Vitis vinifera L. / Vitis spp.
VitaceaeEn la lista de los víveres que se cargaron en las 5 naos de la expedición desde el puerto de Sevilla, destaca la presencia de un producto que Magallanes mandó comprar en Jerez, lo mejor de lo mejor, nada menos que unas cuatrocientos quince pipas de vino, con lo que quedaba asegurado teóricamente por dos años la bebida en la mesa de los marineros.
La abundante presencia del vino en las naos de la expedición demuestra lo fundamental que venía siendo el producto en la cultura ibérica. Lo es de hecho desde tiempos inmemoriales: traído desde Asia Menor a la Península Ibérica por pueblos de la Antigüedad como fenicios, griegos y romanos, el cultivo de esta humilde pero divina planta, asociada al dios clásico Dionisos o Baco, pero también a Cristo -"yo soy la verdadera vid", afirma en el Evangelio de San Juan- continuó incluso en tiempos de los musulmanes medievales de al-Andalus, contrariamente a lo que se pudiera pensar dadas las prescripciones islámicas con respecto al alcohol: muestra de ello son los famosos cármenes granadinos, los patios y jardines privados que caracterizan al barrio del Albaicín, ya que "carmen" deriva aquí de la palabra karm, literalmente, “finca cultivada con vides”. Ya a partir de 1492, España llevaría a tierras americanas el cultivo de la vid, y fueron los vinos andaluces los primeros en llegar al llamado Nuevo Mundo en las pipas que llevó Cristóbal Colón en su primer viaje. Tras la catastrófica plaga de la filoxera, originaria de América, también llegaron de allí diferentes variedades de vitis que, usadas como portainjerto, ayudaron a salvar muchas viñas europeas.
El cultivo de la vid representa por tanto toda una continuidad cultural en España que va al menos desde época romana, pasa por los árabes andalusíes y la monarquía hispánica de los Austrias, y llega hasta la actualidad.